Ante un panorama de crisis nacional, de falta de credibilidad en nuestras autoridades como en el sistema judicial; en alcaldes, como el del distrito de La Victoria, cuyo nombre no está en las noticias por mejorar el orden y la seguridad, sino por delitos de cohecho y colusión; en instituciones como la Federación Peruana de Fútbol cuyo líder, arrastra cuestionamientos y denuncias, resulta difícil mantener una actitud positiva. Sin embargo, la respuesta no está en cambiar a los demás, sino en empezar por uno mismo.
Si bien los audios sirven para visibilizar y denunciar, las marchas para sensibilizar y concientizar; no nos olvidemos que para llegar a un gran cambio, el primer y primordial paso no lo hace un juez o un congresista, lo hace uno mismo. Mediante sus actos, mediante la voluntad propia de reconocer errores y más aún, de enmendarlos, en no adoptar frases “pero si lo hacen todos” o “quién se va a enterar” para excusar nuestra conducta, en promover el ejemplo con el ejemplo.
Con un paso así de fuerte es que se puede afrontar una situación mayor como estar al frente de una empresa. Actualmente, según la X Encuesta Anticorrupción de Ipsos Perú: 71 de cada 100 empresarios son vistos como corruptos; y el 36% piensa que pocos o ningún empresario están comprometidos con la lucha contra la corrupción. Las empresas no solo deben mirar con preocupación estas cifras, deben redoblar esfuerzos en armar un plan de acción que promueva la transparencia de sus procesos internos, la rapidez y proactividad por aclarar situaciones de crisis, la comunicación abierta con su personal a cargo sobre el estatus de negocio, y otra serie de actos que van a ir consolidando su reputación.
Las empresas, las instituciones, el gobierno deben trabajar arduamente por el desarrollo del país, sin embargo los principales protagonistas de este cambio, de dar el primer paso somos nosotros. Pensar que no podemos hacer nada desde el sofá de nuestra casa, desde nuestro lugar en la oficina, desde el carro particular o en el Metropolitano, y por eso tomamos el camino más fácil de estar bajo la sombra de la criollada, de la ley del vivo, demuestra que no tenemos un real compromiso por querer ser mejores personas, mejores ciudadanos.
Demos el primer paso y gritemos ¡Arriba Perú siempre! como hincha, como sociedad, como país.