¿El silencio es positivo?

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La empresa privada ha sido siempre un jugador importante en la economía del país, creando industria, generando empleo, pagando impuestos, etc. En algunos casos, incluso cubriendo obligaciones de infraestructura, educación y salud, entre otros, que el Estado intenta proveer a la sociedad.

Se invierten muchas horas hombre, recursos de la empresa y, por supuesto, una gran inversión económica,  en cumplir este rol. En algunos casos se da por mediación propia y en otros a través de mecanismos como el de Obras por Impuestos, donde a la fecha se han invertido cerca de S/.4,000 millones.

Esto es, sin duda, algo muy positivo para el Perú ya que se trata de proyectos prioritarios para la sociedad, que muchas veces los gobiernos locales y nacionales no logran concretar, como es el caso del proyecto de mejoramiento del crecimiento y desarrollo de los niños y niñas en la provincia de Chota, Cajamarca de Nestlé Perú  o la ejecución de obras viales del BCP en el norte del país.

Sin embargo, me atrevería a decir que son pocas las empresas que realmente lo aprovechan como un activo reputacional que aporta a la construcción de su posicionamiento ante sus diversos grupos de interés.

Generalmente existe entre las empresas, una sensación de miedo sujeta, quizás, a prejuicios que limitan que salgan a contar su buen accionar. Son pocas las compañías que dan a conocer sus iniciativas, y menos los ejecutivos que hacen uso de los canales de comunicación para difundirlas, prefieren permanecer en un estado de ¨perfil bajo¨ y evitar cualquier cuestionamiento. Lo cierto es que, ese estatus hoy en día resta más de lo que suma.  

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Hay muchos ejemplos para comprobar que existe una correlación entre el desempeño del negocio, reflejado en los estados financieros, y el valor de la reputación:  mientras mejor reputación tengan, mayor será el crecimiento del negocio. Este es un importante activo intangible que al parecer no todas las empresas terminan por entender.

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