En el año 1988, el Perú se paralizaba para ver el desempeño de la selección nacional de vóley en los Juegos Olímpicos de Seúl. El equipo no decepcionó ya que consiguió regresar a Lima con la primera medalla de plata en un deporte en equipo de la historia del Perú tras quedarse a muy poco de la medalla de oro por perder contra la Unión Soviética en la final. Es importante señalar que seis años atrás, esa selección de vóley había logrado el subcampeonato mundial.
Durante esos años se habló mucho de Cecilia Tait, Natalia Málaga y Cenaida Uribe, pero había una mente maestra detrás de ese gran logro, se trataba de Man Bok Park, un técnico de origen surcoreano que, mediante un trabajo impecable, logró llevar el voléy peruano al más alto nivel que haya alcanzado jamás. El estilo del entrenador era exigente, pero al mismo tiempo amoroso y paternal, muestra de eso fue que, al momento de recibir la medalla de plata en los Juegos Olímpicos, todas las jugadoras decidieron descolgársela para ponérsela en el cuello al técnico surcoreano.
Después de 31 años, Man Bok Park ha vuelto hacer llorar a todo el Perú, pero esta vez no por un logro deportivo, sino por su sensible fallecimiento. El pasado 26 de setiembre, con 83 años, el ex técnico nacional murió en el Hospital Almenara tras haber estado varios meses delicado de salud.
Sin duda una pérdida que deja de luto a todo el país, pero sobre todo a las que en algún momento fueron sus dirigidas ya que, como lo mencionaron en más de una ocasión, lo consideraban un padre. Prueba de la influencia que tuvo en ellas se manifiesta con las declaraciones de Natalia Málaga: “Por él son quien soy, voy a agradecerte toda mi vida” o las de Cecilia Tait quien dijo: “Me duele, pero siempre estará en mi corazón”.
Sin duda Man Bok Park logró dejar un legado en un país necesitado de alegrías y eso bastará para que lo recordemos toda la vida. Descansa en paz, Mr Park.