Game of Thrones: ¿Qué dice la ficción sobre la realidad? 

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Hace algunos días, comencé a ver Game of Thrones, una serie repleta de intrigas, dragones y maniobras políticas que cautiva a cualquier espectador. A medida que avanzaba en la trama, me encontré reflexionando sobre la serie desde dos perspectivas: la política y la psicología.

Desde un punto de vista político, a pesar de no ser una experta en política, puedo afirmar que Game of Thrones ofrece una riqueza inigualable de lecciones y paralelismos. A través de las intensas luchas por el poder, las alianzas cambiantes y las estrategias intrincadas, la serie nos muestra cómo la política puede convertirse en un juego peligroso y despiadado. Al igual que en el mundo real, los personajes de Game of Thrones están dispuestos a hacer lo que sea para alcanzar sus objetivos, incluso si eso significa traicionar a sus aliados o recurrir a la violencia. Esto nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza humana y la moralidad en un contexto político.

No obstante, como psicóloga, no puedo evitar analizar también este aspecto en los personajes y sus acciones. En la serie, la psicología se encuentra en el centro de la trama. Observamos cómo las motivaciones profundas y las personalidades de los personajes influyen en sus decisiones y en el desarrollo de la historia. Existe una amplia gama de patologías y comportamientos humanos complejos.

Una de las lecciones más intrigantes que extraigo es la evolución de los personajes. Son tan complejos que reflejan la realidad humana en toda su complejidad. Pueden ser buenos en un momento y malvados en otro, pueden cambiar de opinión, traicionar y mostrar actos de compasión. El libro «The Lucifer Effect» de Philip Zimbardo sostiene que todos somos capaces de actuar como héroes o villanos según el contexto en el que nos encontremos. Esto nos recuerda que la vida real también está llena de giros inesperados y decisiones moralmente ambiguas.

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Si bien Game of Thrones es una obra de ficción ambientada en un mundo de fantasía, no podemos ignorar que muchas de las cuestiones políticas y psicológicas que aborda son relevantes en nuestra sociedad. La serie nos invita a reflexionar sobre la realidad y cómo a menudo elegimos ignorarla, tanto en el ámbito externo como en el interno, en nosotros mismos.

En la actualidad, parece que la sociedad nos impulsa a adoptar un papel de víctimas, a esperar que todo nos sea entregado sin esfuerzo y a ignorar las realidades que nos rodean. La ansiedad se ha normalizado de tal manera que cosas que serían impensables en otras épocas ahora nos afectan profundamente. Entonces, ¿qué determina nuestras reacciones? ¿Cómo podemos enfrentar los desafíos de la vida?

Las explicaciones psicológicas para estos fenómenos son complejas y variadas, pero en general, debemos reconocer que todos somos vulnerables a nuestras propias emociones y a la influencia del entorno. Si bien en la serie vemos patologías psicológicas marcadas en algunos personajes, como el narcisismo de Cersei o el trastorno antisocial de Ramsey, también presenciamos actos de resiliencia y humanidad. Las patologías, que a menudo se han vuelto términos comunes en nuestra sociedad, son presentadas de manera impactante en la serie. Ningún personaje escapa de enfrentar sus propios demonios emocionales, lo que nos recuerda la complejidad de la mente humana.

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En su libro «Saving Normal,» Allen Frances plantea una crítica fascinante y urgente sobre la medicalización excesiva de la normalidad. Señala que todos experimentamos altibajos, estrés, desilusiones y dificultades en la vida, y que estas adversidades son una parte normal de ser humano. En la actualidad, muchas personas son diagnosticadas y tratadas innecesariamente como si tuvieran trastornos mentales cuando en realidad solo están pasando por momentos difíciles.

En conclusión, Game of Thrones nos invita a la reflexión sobre la política, la psicología y la naturaleza humana. La serie nos muestra un mundo donde las decisiones pueden tener consecuencias devastadoras y donde los personajes evolucionan de maneras inesperadas. Nos recuerda que la realidad, a pesar de sus crueldades, sigue existiendo, y que debemos enfrentarla con valentía y determinación en lugar de evadirla. 

Si bien no somos responsables de lo que nos pasa, sí lo somos de nuestras acciones y de cómo vivimos. Cierro con algo que me dijo alguien cercano hace poco: «La fuerza de voluntad es clave para alcanzar nuestras metas en la vida». Dejemos de buscar excusas y abracemos la vida con toda su complejidad.

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