La industria de Hollywood siempre está en búsqueda de “the next big thing”, aquella película o género que hará que las personas hagan largas filas en los cines, compren merchandising y pidan secuelas, precuelas y spinoffs.
En los últimos años, ese espacio ha sido tomado por las películas de superhéroes; con muy pocas excepciones, cada nueva entrega de este subgénero se ha vuelto en un éxito indiscutible de taquilla. Recientemente, “Avengers: Endgame” se convirtió la película más exitosa de todos los tiempos, superando a “Avatar”.
Pero el año pasado hubo un suceso que no muchos pudieron prever, llamado “Bohemian Rhapsody”. El biopic de la banda Queen conquistó a los espectadores, quienes vieron la película repetidas veces, impulsando a los productores a lanzar una edición sing-along.
Es así que Hollywood abrió los ojos y se dio cuenta de que, en una era donde las películas originales son desplazadas repetidamente por superhéroes, “reboots” y secuelas, las biografías musicales le brindan al público las historias de sus artistas favoritos (sus “héroes” de carne y hueso) y en formas distintas y creativas.
Por ejemplo, “Rocketman”–film que cuenta la historia de vida de Elton John– combina la fantasía con la biografía, creando una película original, sin dejar de proporcionar las secuencias de canto que el público disfruta. Esta película fue también un gran éxito comercial alrededor del mundo.
Estos casos de éxito han motivado a los estudios cinematográficos a apostar por este tipo de films, anunciando ya las películas musicales sobre Elvis Presley, Bruce Springsteen, Aretha Frankling, Amy Whinehouse, Bob Marley y Carole King, por solo nombrar algunos.
Es así que los estudios encontraron un género que ha encantado a los espectadores, y los directores ahora tienen nuevas historias que contar, basadas en personajes fuertes (y que no sean superhéroes). Sin lugar a duda, la película biográfica musical se ha convertido en el nuevo sinónimo de prestigio y éxito de taquilla. Eso es, por supuesto, hasta que una de ellas falle.