El domingo pasado tuve la oportunidad de correr por segunda vez la Media Maratón de Lima. Realizada por primera vez en 1909, hoy es la 21k más antigua de América y posiblemente del mundo. La experiencia, por lo demás, fue nuevamente muy gratificante.
Se trata de una carrera clásica, que parte de la Plaza Mayor y que comienza recorriendo calles y avenidas clásicas del Centro de Lima, para luego seguir hasta el final de la avenida Arequipa en Miraflores, dar una vuelta por el límite de San Borja con San Isidro, y terminar en el Parque de las Aguas.
El corredor transita por una ciudad sin tráfico, increíblemente ordenada, en una mañana tranquila. Las avenidas se encuentran libres de ruidos molestos, exentas de los gases tóxicos y las bocinas de los colectivos. La única sonoridad que interrumpe la calma son los gritos de aliento de los transeúntes.
Corriendo, uno se encuentra con una Lima acogedora, donde los ciudadanos se dan la mano, se arengan el uno al otro, se apoyan para que todos cumplan con su objetivo de llegar a la meta. Y es así como uno se pregunta, ¿en qué momento nos enemistamos como sociedad? ¿Cuánto nos falta para que nos comencemos a dar la mano como ciudadanos?
Ensayar posibles respuestas a esta problemática creo que excede a un artículo de este tipo. Lo que me parece pertinente rescatar es que actividades deportivas como la Media Maratón de Lima terminan siendo un grito de esperanza, una luz para creer en que algún día, poniendo de nuestra parte, podremos convertir nuestra ciudad en un reducto donde se respeten las normas, donde busquemos ser mejores con el ejemplo, donde nos apoyemos como compatriotas para seguir hasta la meta y no parar.
Llegar al kilómetro 21 en el Parque de las Aguas ese domingo, con los gritos de aliento de los espectadores, aparte de emocionarme, me hace pensar que podemos cosechar una ciudad mejor promoviendo el deporte, teniendo las ganas de ser más e identificándonos con los que hacen las cosas bien.
Espero que pueda correr esta carrera todos los años y que mi esperanza siga intacta.